En un mundo en el que la comunicación escrita es imprescindible, la importancia de la corrección de textos no puede subestimarse. Como profesional dedicada a este oficio, entiendo que un texto bien escrito es el puente entre la idea y su receptor.
En la traducción, la escritura creativa y la creación literaria, la corrección puede ser la diferencia entre un manuscrito mediocre y una buena obra. Mi objetivo como correctora es asegurar un texto rico y libre de errores, y que la voz del autor, el traductor o el creador resuene con la máxima claridad.
La revisión lingüística es una parte fundamental del proceso editorial. Sin embargo, la percepción general es que últimamente se valora menos. El mercado editorial está sobresaturado con cientos de nuevas publicaciones semanales, y el afán por editar sin cesar hace que se priorice la cantidad por encima de la calidad.
Algunas (grandes) editoriales pagan tarifas irrisorias a correctores y traductores mientras ellas se embolsan unos beneficios estratosféricos gracias a la publicación masiva de novedades constantes. Esto devalúa nuestro trabajo, y los profesionales nos vemos abocados a luchar por unas tarifas dignas. Por otro lado, algunos autores independientes o autopublicados, sea por desconocimiento o por imposibilidad económica, olvidan que cualquier obra debe pasar por una corrección profesional, por muy buenos conocimientos lingüísticos que tengan de base.
En definitiva, la corrección es algo más que una simple tarea de revisión; es un arte que requiere rigor profesional, conocimiento técnico, sensibilidad y dedicación meticulosa. Nuestra tarea es esencial para garantizar que los textos, en cualquier forma, sigan siendo el reflejo de una sociedad que valora la cultura y la palabra.