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El gusto por la lectura y la palabra escrita me ha llevado a especializarme en esta profesión tan apasionante. La corrección de textos es un oficio muchas veces invisible y poco reconocido, pero definitivamente indispensable si se quiere conseguir un texto con un mínimo de calidad.

Los errores pasan factura. Dificultan la lectura y, en el caso de blogs y webs profesionales, desaniman a los clientes porque son signos de falta de atención a los detalles. Un texto pulido, libre de incorrecciones y bien redactado multiplica las posibilidades de que tu lector no pierda el hilo e, incluso, retenga el mensaje que le has transmitido.

Los filólogos tenemos un conocimiento profundo de la lengua porque es nuestra herramienta de trabajo, pero aun así a veces también nos surgen dudas lingüísticas. Es por ello que nuestra profesión nos exige saber utilizar los recursos de consulta lingüística, tanto en papel como digitales, para ofrecer la versión más óptima del texto que tenemos entre manos.

Las tres palabras que definen mi manera de trabajar son: rigor, minuciosidad y paciencia.

De mi profesión me encanta dar forma a los textos, editarlos y corregirlos según el propósito y el estilo, aunque ya a nivel personal. Soy de esas personas que revisan una oración repetidamente para asegurarme de que no hay ningún error. Y también soy esas personas que no se conforma con una palabra demasiado imprecisa, sino que busco el término más adecuado que expresa exactamente la idea que quiero transmitir.

Si necesitas una corrección, o no sabes cómo enfocar la redacción de un texto, o buscas alguien que ponga por escrito la idea de que te vuela por la cabeza (ya sea un libro o el copy de una web), o tienes cualquier otra duda relacionada con la escritura, ¡contáctame!